La Guajira

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Un vestido rojo y un círculo de la vida

Es muy lindo que tu digas: yo soy wayuu, yo sé hablar mi idioma, yo sé bailar mi baile tradicional”, dice con orgullo Birtud González, una joven de la comunidad Jepimana de La Guajira.
 
En medio del desierto y el clima caluroso de la Guajira, cuatro mujeres comienzan a dibujar en su rostro diferentes figuras geométricas y líneas que parten del centro de su rostro hacia la frente, la barbilla y los cachetes. Estas figuras formas los círculos de la vida y las alas de una mariposa.
“Dibujamos la espiral y también las alas de la mariposa, que es julirü, se llama así en Wayuunaiki. La espiral, más que todo es el inicio de una vida, el ciclo de vida. Las alas de la
mariposa son tradicional acá, en momentos de primavera se ven mucho y eso significa va a llover y nos podemos preparar para la agricultura”, relata Birtud.

Esas mismas mujeres visten un largo vestido rojo y ponen sobre su cabeza otra tela larga, también roja, que ajustan en su frente y sostienen luego con sus manos a nivel de la cintura. “El vestido rojo representa la pureza de la mujer”. Birtud prepara su vestido, su manta, se quita sus zapatos y se preparan para bailar la Yonna, un baile tradicional de la cultura wayuu con el que dan la bienvenida a los forasteros y celebran las buenas nuevas que llegan a su comunidad.

“Acá más que todo se hace el baile típico cada vez que hay un sueño que trae buenas noticias para la comunidad. Hay muchos tipos de bailes, está el de la tortolita, que es un pájaro muy tradicional de acá, también se baila el del alcaraván, que también es uno de los animales que se ve también mucho acá”, explica esta jóven.

Todos estos elementos de la Yonna tienen una representación en la naturaleza y un significado ancestral para la comunidad. Para ellos y ellas, los sueños son mensajes que sus antepasados envían cuando duermen. En ellos encuentran rutas, caminos, mensajes ocultos sobre el estado de algún familiar que no está en la comunidad o mensajes tan importantes sobre la presencia de agua en sus territorios.

La Yonna se baila en círculos, como las espirales de la vida que dibujan en su rostro. Un tambor ameniza el acto: un redoble constante marca el ritmo del baile. La pierna derecha va siempre delante de la pierna izquierda. El hombre danza de espaldas con un sombrero en la mano y la mujer es la que direcciona y presiona al hombre para que no pierda el ritmo, siempre sosteniendo la manta roja de la cabeza.

Para Birtud, vivir y compartir su cultura tradicional es una labor que ama, que le apasiona y que disfruta intensamente: “Lo que más me gusta es bailar los diferentes pasos de la Yonna. También me encanta tejer, hacer los diferentes diseños de las mochilas, cada vez que inicio una, me entusiasmo y cuando voy por la mitad del diseño, ya quiero ver cómo termina. Me siento satisfecha de mi trabajo y si es para otra persona, cuando veo que lo carga, me siento orgullosa.
 
La espiral también está en las mochilas que las mujeres tejen. La espiral es la base de lbase de la mochila y la base cosmogónica del ciclo de la vida para los y las wayuu.

Otro de los elementos esenciales de su cultura tiene que ver con la lengua: el wayuunaiki. Para Juana Martínez, la lengua es la identidad de los pueblos y sobre todo en la cultura indígena, es allí desde donde pasa el reconocimiento y la conexión con la tierra, “el conservar la lengua significa que la cultura se mantenga, que las tradiciones, el uso y las costumbres sigan intactas, que yo pierda mi lengua quiere decir que yo estoy dejando perder lo que me enseñaron mis ancestros y mis antepasados y no me estoy sintiendo como wayuu”, afirma.
 
En esta comunidad indígena, los y las niñas aprenden desde temprana edad a tejer, a hablar en su dialecto, a bailar, a cocinar y a vivir su cultura ancestral. Sin embargo, el contacto con la cosmovisión arijuna (como ellos mismo llaman a quienes no hacemos parte de la comunidad wayuu), con las cabeceras municipales de su territorio y con los turistas que visitan sus rancherías, ha hecho que los y las jóvenes no quieran reconocer ni sentir como indígenas, que escondan sus raíces y que olviden su tradición wayuu.
 
Ante esa pérdida de identidad y cultura, las mujeres son las que toman el liderazgo y la vocería para vincular a las nuevas generaciones en sus procesos comunitarios y culturales, a hacerlos y hacerlas parte de una comunidad sin necesidad de alejarse o retirarse del contacto con el mundo exterior. Allí entra el papel de Birtud, una joven que hace parte de los procesos de formación de Oxfam Colombia y que, a través de su liderazgo, mantiene viva su cultura wayuu. “Más que todas las invito a que sigamos fortaleciendo nuestra cultura, nuestras tradiciones. Qué bonito que donde uno vaya diga con orgullo que sí sabe hacer las mochilas, que sí sabe hacer el baile tradicional, que sí sabe hablar su idioma”, complementa Birtud.

Este es el aporte de Birtud a la construcción de paz desde el norte del país, desde el desierto de La Guajira, desde la ranchería de Jepimana. 

Escucha las voces de las personas que construyen paz en La Guajira